Existen dos expresiones que concentran las más elevadas preocupaciones por la educación con una perspectiva global humanista, ambas tienen su origen en la UNESCO.
- La “educación en el siglo XXI” es un titular que engloba los pilares de lo educativo en el futuro. Bajo esta preocupación se publicaron los informes mundiales de la UNESCO, de Edgar Faure, Jacques Delors y el último coordinado por Irina Bokova, sobre la educación como un bien común mundial. Vinculado a estos informes son bien conocidos los cuatro pilares de la educación que constituyen auténticas cartas náuticas para transmitir todo lo que la humanidad ha aprendido sobre sí misma.
https://es.unesco.org/futuresofeducation/la-iniciativa

- “Los futuros de la educación” es el título de la reciente iniciativa de la UNESCO, presentada el 25 de septiembre de 2019 en Nueva York. Su actual directora general, Audrey Azoulay, fijó el objetivo de este futuro informe en “reconsiderar cómo el conocimiento y el aprendizaje pueden contribuir al bien común de la humanidad”. Azoulay confirmó el carácter profundamente humanista de la UNESCO que “no nos permite reducir la educación a una cuestión técnica o tecnológica, ni mucho menos a una cuestión puramente económica”.
https://es.unesco.org/futuresofeducation

De los conocidos pilares de la educación, que pueden proporcionar la brújula necesaria para navegar por un mundo complejo y en perpetua agitación, nosotros subrayamos que el futuro de la educación pasa necesariamente por el aprender a ser.
- Así lo ha considerado la UNESCO que ha reafirmado enérgicamente este principio fundamental: la educación debe contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual y espiritualidad.
- Todas las personan deben estar en condiciones, gracias a la educación, de dotarse de un pensamiento autónomo, crítico y de elaborar un juicio propio, para determinar por sí mismos qué deben hacer y cómo deben ser en las diferentes circunstancias de la vida.
- Este aprendizaje contribuye de manera esencial a desarrollar plenamente la personalidad de los estudiantes, la autonomía, el espíritu de iniciativa, la creatividad y la imaginación, por supuesto, también las responsabilidades sociales.
Al final, estos aprendizajes son básicamente actitudinales, desarrollan el crecimiento integral, el equilibrio personal, la adquisición de valores. Aprender a ser requiere identificar y aceptar las características que hacen a una persona única y diferente a las demás.
La educación del ser contribuye, en definitiva, al despliegue completo del ser humano en toda su riqueza y complejidad de sus expresiones, tanto como individuo como responsable de la sociedad. En este sentido, concluye el informe, “la educación es ante todo un viaje interior cuyas etapas corresponden a las de la maduración constante de la personalidad.
El informe titulado La educación encierra un tesoro, proponía que: “Una nueva concepción más amplia de la educación debería llevar a cada persona a descubrir, despertar e incrementar sus posibilidades creativas, actualizando así el tesoro escondido de cada persona”.
Aquel informe confirmaba, una vez más, que “la finalidad de la educación es el pleno desarrollo del ser humano”. Y hacía una aportación irrenunciable cuando explica que “la educación debe contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual, espiritualidad. Todos los seres humanos deben estar en condiciones, gracias a la educación recibida en su juventud, de dotarse de un pensamiento autónomo y crítico y de elaborar un juicio propio, para determinar por sí mismos qué deben hacer en las diferentes circunstancias de la vida”.